06 mayo 2008

Once euros al año en comida ecológica

España es el segundo país de Europa y sexto del mundo en hectáreas de agricultura ecológica, pero estos alimentos más respetuosos con el medio ambiente apenas llegan a la cesta de la compra de los ciudadanos. Un español gasta de media sólo once euros al año en este tipo de productos, el equivalente a cinco yogures, frente a los 105 euros de un suizo, los 42 de un alemán o un italiano, y los 26 de un holandés. ¿Por qué?

En el lanzamiento de la IV Semana de la Agricultura Ecológica , la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, ha recalcado la todavía escasa presencia de estos alimentos en los grandes centros distribución y en los restaurantes del país. Y es que a pesar de contar ya con casi millón de hectáreas de este tipo de agricultura que no utiliza fertilizantes, ni pesticidas, todavía el 70% de los productos biológicos del país acaban en los mercados de Alemania, Holanda, Francia o Reino Unido.

La explicación más repetida suele ser el precio de estos alimentos. Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente apunta otras muchas razones para que el consumo sea tan bajo. Le pedimos a Ángeles Parra, directora de BioCultura, la mayor feria española del sector, que nos comente los principales argumentos esbozados por la Administración:

Falta de información y frecuente confusión del consumidor en materia de productos ecológicos.
"Hasta ahora, la Administración no se ha 'mojado' en dar a conocer al gran público las características de los alimentos ecológicos. En países donde la Administración sí se ha comprometido, el aumento del consumo interno resultó evidente", comenta Parra. Un producto 'biológico' o 'ecológico' se diferencia de otros en que se ha generado con técnicas de producción extensiva, sin utilizar agroquímicos y respetando el equilibrio de los ecosistemas. La Asociación Vida Sana da numerosas razones para consumir estos productos.

Difícil aceptación del diferencial de precios respecto a los productos convencionales.
"La producción convencional no internaliza los costes de salud pública y ambientales que causa la producción industrial. El público no sabe que, en realidad, está pagando de su propio bolsillo los problemas que causa la contaminación. Pero es muy difícil transmitir esto a una población que apenas llega a fin de mes", indica la directora de Biocultura, que se queja de que aquellos productos que buscan una producción menos impactante sean "penalizados con un sobrecoste".

Peor presentación o problemas de caducidades.
"Al principio, sí era verdad que los productos ecológicos tenían una presentación menos avanzada que los convencionales. Hoy, esto ya no es así para la mayoría de productos, marcas, empresas... Sólo afecta a algunas empresas muy pequeñas que no tienen ningún interés en ir más allá de donde están, lo que me parece muy positivo, según el punto de vista del decrecimiento económico", destaca.

Preferencia por los productos frescos, de los que existe una gran disponibilidad de la agricultura convencional. "Es verdad que hay poca disponibilidad de productos frescos biológicos en puntos cercanos al consumidor. Esta constituye una asignatura pendiente. Creo que las cooperativas satisfacen en parte esta carencia del sector 'bio', así como las empresas que te llevan las hortalizas y frutas del campo directo a la mesa en cajas semanales. Con el tiempo esto cambiará", explica Parra.

Asociación entre agricultura ecológica y 'vegetarianismo' o 'movimientos ecologistas'.
"Hay mucha confusión al respecto, también se confunden los productos biológicos con los 'de dieta'". Como incide la directora de BioCultura, una persona que compra estos productos no tiene por qué ser vegetariana. "Aunque, obviamente, una persona que consume productos biológicos suele estar concienciada de los problemas ambientales, y esto le llevará tarde o temprano a tener una actitud más responsable en cuanto a la ingesta de proteínas de origen animal. No es necesario pasarnos todos al vegetarianismo o al veganismo, claro, pero es obvio que la masiva ingesta de proteína de origen animal en la dieta del occidental medio tiene repercusiones negativas en el medio ambiente y la salud".

Abuso de la calificación en producción convencional de productos 'naturales', 'caseros', 'sin conservantes'... cuando realmente no lo son o carecen de etiquetado reglamentario.
"Exactamente, la batalla de los 'falsos bio' fue dura. Muchas etiquetas hacen mucho daño y crean mucha confusión. Son estrategias de la gran industria alimentaria para detener el crecimiento del sector 'bio'. La justicia debería ser implacable con los etiquetados y la publicidad fraudulentos". Sólo estos productos que llevan el sello con la certificación de la agricultura ecológica pueden mostrar en su etiqueta las denominaciones 'ecológico', 'eco', 'biológico', 'bio' u 'orgánico'.

Exceso de sellos o logotipos que confunden al consumidor.
"El exceso de sellos es verdad que puede llegar a confundir y a cansar al consumidor. Sin embargo, creo que un solo sello podría no garantizar la credibilidad del producto en todos los casos, pues podrían darse fraudes". Para saber si un alimento es ecológico o biológico, debe contar con alguno de los sellos de las autoridades de control regionales.

La IV Semana de la Agricultura Ecológica lanzada por el Ministerio de Medio Ambiente busca promocionar este tipo de alimentos mucho más saludables para el entorno. Dentro de esta iniciativa, los restaurantes de El Corte Inglés ofrecen hasta el 18 de mayo un menú ecológico para dar a conocer estos productos. Eso sí, se trata de una selecta selección de platos a un precio de 35 euros.

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