19 mayo 2006

Cristina Narbona ha entregado los "II Premios Ecogourmets a la Alimentación Ecológica"

La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, entregó el pasado día 10 de mayo la segunda edición de los "Premios Ecogourmets a la Alimentación Ecológica", que se conceden en el marco del XX Salón Internacional del Club de Gourmets. Este año los premios se han ampliado a 12 modalidades, seis de ellas con una dotación económica de 3.000 euros. De esta forma, se ha buscado fomentar la divulgación y el desarrollo de la alimentación ecológica, en especial en el mercado español.
Bodegas Robles (Montilla. Córdoba) ha sido galardonada como la mejor empresa productiva en el mercado español. La mejor empresa productiva exportadora ha sido Herbes del Molí. Sierra de Génave (Jaén) ha recibido el premio a la empresa cooperativa de alimentación ecológica. El mejor agricultor ecológico a título principal ha sido Vicent Martí y el ganadero ecológico más destacado, Miquel Pujols. El trabajo periodístico más relevante publicado en cualquier medio de comunicación sobre alimentos ecológicos ha sido un premio compartido por: "El cultivo que imita a los ecosistemas" del Diario El Mundo por Tana Oshima y la revista "Cultivar local" del grupo Red de Semillas. Además se han entregado los premios sin dotación económica a la mejor empresa de grandes superficies, que ha recaído en Eroski (Elorrio. Vizcaya), la empresa más destacada en investigación e innovación tecnológica ha sido Caviar de Riofrío (Granada). El premio a la tienda especializada más destacada en el ámbito de la alimentación ecológica ha sido para Ecocentro (Madrid). También se ha reconocido el trabajo a la mejor asociación de consumidores de alimentos ecológicos, Tierra Llana (Albacete), y al consejo regulador u organismo de certificación y control más destacado que opera en España, Asociación CAAE (Sevilla). Finalmente, la persona, asociación o entidad pública o privada que más ha destacado en su apoyo a los alimentos ecológicos ha sido la Diputación de Zamora.

Una firma de EE UU anuncia el primer arroz modificado con genes humanos

EMILIO DE BENITO - Madrid
EL PAÍS - Sociedad - 16-05-2006

Una pequeña empresa de EE UU, Ventria Bioscience, ha anunciado su intención de comercializar una variante de arroz transgénico que incorpora dos genes humanos. Es la primera vez que se produce una de estas plantas modificadas con la inclusión de material genético que proviene de personas. El resultado, según los experimentos llevados a cabo en Perú, es una planta que genera dos proteínas que sirven para frenar la deshidratación en niños con diarrea. Los genes incorporados son los encargados de producir las proteínas llamadas lactoferrina y lisozima.
Por primera vez, una compañía de biotecnología ha fabricado plantas en las que se incorporan genes de origen humano, según los resultados que ha presentado Nelly Zavaleta, del Instituto Especializado de Salud del Niño de Lima (Perú), en el último congreso de las Sociedades Académicas de Pediatría celebrado en San Francisco (California). Hasta ahora, las plantas transgénicas utilizaban genes de otras plantas.
Los genes son el código que da a las células la instrucción para fabricar proteínas. Con su inclusión en plantas de arroz se pretende que la planta fabrique la lactoferrina y la lisozima, para luego utilizarlas en sueros de rehidratación oral. Estas proteínas se encuentran de manera natural en la leche, saliva y lágrimas de las mujeres.
Las diarreas infantiles causan unos dos millones de muertes de niños en el mundo anualmente. El estudio realizado en Perú con 135 niños ha demostrado que el tiempo medio de recuperación pasa de 5,21 días de media a 3,67 si el suero se enriquece con las proteínas fabricadas por el arroz, según la web de la compañía (www.ventriabio.com).
Regla no escrita
El anuncio rompe con una regla no escrita de las mayores compañías fabricantes de cultivos transgénicos: no introducir genes humanos en plantas (Monsanto ha hecho ese compromiso por escrito, y lo ha extendido a todos los genes de origen animal). Pero en este caso, la industria farmacéutica que ha producido el arroz es una pequeña empresa con 16 empleados y un único campo de arroz de 335 acres (135,57 hectáreas) en Carolina del Norte.
Hasta ahora, las más de 30 variedades de estas cosechas que se obtienen en el mundo están formadas por plantas a las que se les ha transferido la capacidad de producir toxinas que envenenan plagas o dan mayor resistencia a la sequía o los herbicidas. En el mundo se cultivan 90 millones de hectáreas de transgénicos al año, según el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Biotecnológicas (ISAAA, en inglés). Estos datos son discutidos por los ecologistas, que afirman que están inflados. En España, por ejemplo, Los Verdes afirmaron la semana pasada que la superficie de maíz transgénico plantada es de 52.000 hectáreas, mientras que los datos del ISAAA hablan de 100.000. Pero esta divergencia es el menor de los reparos puestos por los ecologistas. Más preocupante para ellos es el riesgo para la salud de los consumidores (algo no demostrado científicamente) y, sobre todo, la posibilidad de que los genes pasen a plantas vecinas. Ello contaminaría las plantas salvajes y los cultivos. Esto último es visto como una amenaza por los agricultores que no usan semillas transgénicas, ya que ello supondría que perderían el mercado formado por los consumidores que rechazan los transgénicos, como son la mayoría de los europeos y de los japoneses.
Este arroz modificado no es el primero que se crea con fines médicos. En 2001 se anunció la comercialización del llamado arroz dorado, de aspecto anaranjado. Este color se debía a la introducción de genes de otras plantas para que produjera beta-caroteno (vitamina A). El objetivo de sus creadores era paliar la falta de este nutriente en los países cuya dieta se basa en el arroz.
La diferencia con la planta de Ventria Bioscience es que ésta sólo se utiliza -de momento- como fábrica de proteínas, no para su consumo. Pero algunos críticos afirman que esta presentación es sólo el primer paso. La compañía ha pedido su autorización como un alimento con propiedades médicas, no como un fármaco, lo que permitirá que en un futuro se use directamente para tratar a niños con diarrea.

04 mayo 2006

31 millones de hectáreas en agricultura ecológica en el mundo

Según los datos presentados en Biofach por IFOAM, el Instituto de Investigación Suizo de Agricultura Biológica (Fibl) y la Fundación Ecología y Agricultura, actualmente se cultivan en el mundo de forma ecológica más de 31 millones de hectáreas, 5 millones de hectáreas más que el año pasado. A este importante aumento ha contribuido China, con casi 3 millones de hectáreas de pastos certificados recientemente y donde el próximo diciembre se inaugurará la primera Biofach China, en Shangai.

Australias sigue siendo el continente con más hectáreas inscritas en el mundo con 12,1 millones de hectáreas

Según datos de Amarjit Sahota, de Organic Monitor (Londres), el mercado global de productos ecológicos superó en 2.005 la marca de los 30 mil millones. El mercado está creciendo un 8-9% anual, siendo Norteamérica y Europa Occidental los motores básicos de dicho crecimiento.

En Italia se ha dado un aumento del 15% y se estima que su mercado es de 700 millones de euros, con cerca de 250 restaurantes en los que el 70% de los ingredientes están certificados. En las escuelas desde el año 2.000 una ley estatal obliga a los comedores escolares, y hospitales, a ofrecer comida ecológica (ya hay 600 comedores que lo hacen). En regiones como Emilia Romagna, las guarderías y escuelas primarias sólo ofrecen comida ecológica.

En Francia, según datos del Instituto CSA, en el 2.005 un 25% de la población consumió al menos un producto biológico a la semana y un 47% una vez al mes, y de una muestra de mil personas, 9 de cada 10 piensan que los productos ecológicos son positivos para la salud y contribuyen a "mejorar el medio ambiente"

Las estrellas indiscutibles de los productos ecológicos son las frutas y hortalizas (75% de los productos vendidos), aunque la categoría que más incrementó en el 2.005 sus ventas ha sido el vino.

En Alemania, al igual que el año anterior, las ventas incrementaron un 15% situándose en 4.000 millones de euros. Según la Oficina Alemana de Estadísticas, 20.909 empresas alemanas producen, transforman o importan alimentos ecológicos. A diferencia de la tendencia general de la economía, el sector ecológico alemán ha duplicado el número de empleos a 155.000.

Fuente: La fertilidad de la Tierra

¿Por qué pagar más por equidad?

El autor sostiene que adquirir productos elaborados por trabajadores bien remunerados es una elección más ética que comprar más barato y donar la diferencia a entidades benéficas.

PETER SINGER, EL PAÍS - Sociedad - 01-05-2006


Los consumidores se inclinan, cada vez más, por alimentos orgánicos producidos localmenteMarks & Spencer, una cadena de supermercados y de ropa con 400 tiendas en todo el Reino Unido, anunció recientemente que está convirtiendo toda su rama de café y té, con un total de 38 líneas, a Fairtrade, un símbolo de marketing que representa una "producción ética". La cadena ya vende sólo té y café Fairtrade en sus 200 cafeterías Café Revive. También está fomentando la compra de camisas y otros productos fabricados con algodón Fairtrade.
El anuncio se produjo durante "Fairtrade Fortnight", una promoción de dos semanas de productos Fairtrade que incluyó giras donde agricultores de países en desarrollo les contaban a los británicos de qué manera Fairtrade asiste a sus comunidades.
El movimiento hacia un consumo más ético hizo importantes avances también en Estados Unidos, ya que los consumidores se inclinan, cada vez más, por alimentos orgánicos producidos localmente y huevos de gallinas que no están encerradas en jaulas.
En el Reino Unido, una encuesta determinó que la mitad de las personas a las que se les mostró el símbolo Fairtrade lo reconoció y entendió que se refiere a productos que representan mejores condiciones para los agricultores del Tercer Mundo. No existe una investigación comparable en Estados Unidos, pero a partir de datos relacionados, y de discusiones con mis propios alumnos, se infiere que la cifra sería mucho menor.
Los comerciantes que buscan una certificación Fairtrade deben pagar a los productores un precio que cubra los costos de una producción sustentable y ofrezca un salario que les permita vivir. Por ejemplo, el precio mínimo para el café es de 1,26 dólares por 450 gramos, no importa cuánto pueda haber caído el precio de mercado. Si el precio de mercado sube por encima de esa cifra, el precio de Fairtrade aumentará de modo que siga costando cinco centavos más por cada 450 gramos.
A los pequeños agricultores, por su parte, se les exige organizarse en cooperativas u otros grupos que permitan la participación democrática. Las plantaciones y las fábricas pueden usar la etiqueta Fairtrade si les pagan a sus empleados salarios decentes, si cumplen con las normas de salud, seguridad y medio ambiente, si les permiten organizar sindicatos u otras formas de asociaciones de trabajadores, si ofrecen una vivienda digna a los trabajadores que no vivan en su propia casa y si no usan mano de obra infantil o mano de obra forzada.No todos están de acuerdo con Fairtrade.
Brink Lindsey, director del Centro para Estudios de Políticas Comerciales del promercadista Instituto Cato, cree que la campaña del café Fairtrade es "un callejón sin salida bienintencionado". Con cierta justificación, sostiene que la causa real de la caída de los precios del café no fue el acaparamiento de las multinacionales, sino los grandes incrementos en la producción de café en Brasil y Vietnam, combinados con nuevas técnicas que hacen posible cultivar café con menos mano de obra y, por lo tanto, con menores costos.
Según la opinión de Lindsey, si queremos ayudar a los cultivadores de café, deberíamos alentarlos a abandonar el café y producir cultivos más rentables -y aquí señala, pertinentemente, las barreras comerciales y los subsidios de los países ricos como obstáculos que deben desmantelarse- o pasar a productos de mayor valor, como cafés especiales, que tienen precios más elevados.
Lo curioso sobre el argumento de Lindsey, sin embargo, es que se podría decir que la campaña de café Fairtrade está haciendo justamente lo que él recomienda -alienta a los cultivadores de café a producir un café especial con un valor más elevado-.
Los economistas pro-mercado no objetan que las corporaciones apelen flagrantemente al esnobismo para promover sus productos. Si la gente quiere pagar 48 dólares por 450 gramos de café Blue Mountain de Jamaica porque eso es lo que prefiere James Bond, los economistas no objetan que el mercado se esté distorsionando. Entonces, ¿por qué ser críticos cuando los consumidores eligen pagar 12 dólares por 450 gramos de café que, saben, fue cultivado sin sustancias químicas tóxicas, bajo árboles que favorecen la supervivencia de los pájaros, por agricultores que pueden permitirse alimentar y educar a sus hijos?
Los economistas podrían responder que, si uno quiere ayudar a la gente a alimentar y educar a sus hijos, puede pagar 10 dólares por 450 gramos de café que no sea Fairtrade pero que tenga el mismo gusto y darle los 2 dólares que ahorra a una entidad de beneficencia que le dé alimento y educación a los chicos pobres.
Es una estrategia posible, pero Fairtrade tiene sus ventajas. Los cultivadores saben que tienen que ofrecer un producto que les guste a los consumidores, tanto por su sabor como por la manera en que se lo cultiva. Si su producto se vende bien, pueden enorgullecerse de haber producido algo que la gente busca en todo el mundo. Desde la perspectiva de los cultivadores, es preferible recibir una bonificación por vender un producto Fairtrade que recibir una donación de caridad que recibirían de todas maneras, trabajaran o no, y sin importar la calidad de lo que producen.
Pagar más por una etiqueta Fairtrade no es más "anti-mercado" que pagar más por una etiqueta Gucci, y refleja mejores prioridades éticas. Fairtrade no es un subsidio gubernamental. Su éxito depende de la demanda del mercado, no del lobby político. Afortunadamente, en Europa, esa demanda de mercado está creciendo rápidamente. Es de esperar que pronto alcance niveles similares en todo el mundo desarrollado, y donde la gente pueda elegir cuáles son sus gastos discrecionales.
Peter Singer es profesor de Bioética en la Universidad de Princeton y autor, junto con Jim Mason, del inminente libro The Way We Eat: Why Our Food Choices Matter. Traducción de Claudia Martínez